lunes, 22 de abril de 2013

Mimo


Bienaventurados quienes, desposeídos,
has poseído tú con mirada ufana
con tu aliento de catedral, y
tu sonrisa que haría sonrojar a la más
rastrera de las acróbatas.

La sola idea de prescindir de ti
nos vuelve a todos monos
enclenques,
en puntillas sobre la rejilla del metro
Míranos, con nuestras colas atadas al cuello,
con los ojos saliéndosenos
por terror a no ser
reconocidos por ti.

¿De qué circo escapaste, bello mimo?
Oh, príncipe de los reflejos.
Qué bien vistes para tu público
Qué lindo te mueves para tu público
Ardor de vivir a tus pies despiertas
Despierta tú, oh simulador.
Deja ya tu reino especular
¡Sí! ¡Hablo de esa pared imaginaria!
¿O es que para ti es real?

Abre tus brazos y acógenos.
somos niños desprotegidos,
devóranos.
La gloria es prístina en nuestros ojos.
Has de ella tu monólogo, tu discurso inspirador.
Has de nosotros tu audiencia,
has de este mundo tu escenario
y has de mí lo que quieras,
Pero déjame saborear en mi oído
El quejido.
Oscuro.

Trono de hiel que sobre mí construiste
Trono de cartílago
Despójame de mí mismo
No soy digno de mirar hacia otra parte
¡No busques a otro! ¡Te lo imploro!
¡Mírame a mí! ¡Espera!
¡Sólo no me des la espalda! ¡Dijiste que era tu mejor público!
Pero…
Mis aplausos ya no son tan fuertes ahora
Y mis risas parecen llanto
Entonces, yo recibiré los escupos por ti.
Ve en busca de un horizonte prometedor.
Yo pondré el pecho a quienes cuyo corazón desgarraste
Lo merezco por verte partir.

¡Oh, Señor, lo extraño tanto!
¿Cuántas funciones más?
¿Cuántas temporadas más?
¿Para quién?
¿Para qué?
¿Cuántas caras más debe pulir
Antes de ver su pálido reflejo?

¡Es desgarrador para mí tener que aceptar que se debe a su público!